Ya llega.
Ya llega el ama en lino blanco enfundada,
reflejando los primeros rayos del alba.
Llega, con la mirada oculta bajo su pamela de paja,
con la canasta de mimbre a sus espaldas.
Y todos en el corral se acercan,
con la cara cabizbaja y las mejillas rosadas,
el orgullo esconden mientras ahuecan sus alas.
Entonces serena el ama baja su canasta y nos abasta,
a diestro y siniestro el cereal lanza.
Nuestros ojos se derrumban ante ella,
picotean nuestros labios la arena en busca de grano,
ese grano que a todos sacia y ceba.
Hacia el ocaso se aleja altiva el ama mientras airea su mata castaña, nos humilla su grandeza, el bochorno de tener alas
y vivir a ras de la tierra.
Se pierde ella mas allá de la pradera, y llega la rutina, y todo el averío espera a que vuelva.
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