Y en aquella caja, llena de recuerdos que no son míos, encontré mi jersey, aquel jersey.
Y, en fin... nada cambió.
Quizá algún día llegué a pensar que si lo recuperase me sentiría mejor. Al menos se que no lo tiré, que aunque no lo llevara puesto, nunca lo abandoné. Y eso debería apaciguar las mareas de mi conciencia, pero no hizo falta.
Supongo que en algún momento bajó la marea de tu presencia, supongo que llegué a superarlo.
Y, en fin... tu jersey me hizo recordarte, cuando antes te recordaba cada día.
Y empecé a temer que cada vez te recordara menos, gradualmente, hasta que olvide aquel color de tus ojos, hasta que olvide como sonaba mi nombre en tu voz, hasta que olvide tu pelo plata, hasta que olvide aquel temor, aquel sacrificio y aquella impotencia, hasta que olvide, hasta que olvide...
Nadie muere hasta que se le olvida, me recuerdo a mí mismo. Sé que ocurre algo, ocurren los días, días tras días, va pasando algo... algo que te va matando poco a poco en mi interior, y que hace que me pierda junto a tí.
El jersey que aparece justo en este momento, sea casualidad o no, sin duda no pudo ser mas oportuno. Volví a guardarlo, en aquella caja de aquella habitación, no sin antes ver reflejado en la lana alguien que ya no se parecía a mí.
Se que no te voy a olvidar nunca, siempre y cuanto esté de mi mano, Pero no puedo evitar sentir esto al ver que ya no es lo mismo, que nada es como entonces.
Recuérdate a tí mismo quien eres y quien quieres ser.
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