La cálida brisa de la tarde me arrullaba sobre el césped.
El sol, rojo a través de mis párpados, caliente se posaba.
La hierba que jugaba tras mis brazos.
Los pájaros que cantan a lo alto.
El sueño que sobreviene templado.
Este es mi sitio, la soledad de una tarde de verano.
Suena la alarma, dos en punto de la madrugada; fin del descanso.
Esta es mi verdad: una cama fría entre cuatro paredes de gotelé blanco.
Sigamos haciendo cualquier cosa con mi vida.